¿No queremos que se sepan nuestros datos? No los demos. A nadie. Nunca. Lo que colgamos en Internet ahí se queda porque Internet no olvida.
Antaño había algo más de conversación. Sí, de esa anticuada utilizando las cuerdas vocales para hablar. Se jugaba más al parchís, al Monopoly, a las cartas o a las damas. Los padres e hijos se sentaban juntos para disfrutar un buen rato todos juntos.
Historia de los primeros pasos de una relación a veces difícil. Pensamientos humanos frente a retos tecnológicos y de evolución a nuevas formas de trabajar y comunicarse.
Y luego dicen que los elefantes tienen buena memoria. Pues sí. Pero no es comparable a la de esa base de datos del comportamiento, las hazañas y los errores de la humanidad digital: Internet.
La irrupción y aceptación de Internet en el día a día de millones de personas ha supuesto nuevos cambios en la sociedad y en el mundo económico y político, y la aceleración de otros que inevitablemente ya se estaban cociendo.